MIRREYNATO
SILVIA CANO GARCIA.
MIRREYNATO, la
otra desigualdad.
Estimados Lectores, Denle
una ojeada al libro. Ayuda a saber cuál es la agenda de lucha y transformación que todos nos
debemos incluyendo los Mirreyes.
Autor: El académico, periodista y escritor
Ricardo Raphael. Editorial: Planeta Mexicana,S.A. de C.V.
Ricardo Raphael. Dibuja en este ensayo
sociológico el testimonio de esta época, reclama a los colegas de la academia,
la negligencia que se tiene dentro del claustro universitario para estudiar con
más frialdad los poderes que hoy
rigen detrás de las instituciones
formales.
El Mirrey es un individuo muy ostentoso, le encanta la moda, las casas y
los carros, goza discriminando, la educación le tiene sin cuidado, sabe que ir
a la escuela es un buen lugar para obtener conocidos, no conocimiento.
La obra no habla mucho sobre los Mirreyes en si sino del régimen que los auspicia.
Mirreyes es el “Síntoma de una forma de ser que se nos ha instalado en
este país, de un régimen amoral” dice Ricardo Raphael, que los Mirreyes los vas
a encontrar en el nivel municipal, estatal y muchos en el gobierno federal y en los partidos, sería imposible el
Mirreynato sin el Mirrey político.
El libro menciona que hay un
problema serio ligado con la corrupción solo los que tienen esas conexiones se
benefician de la corrupción y por tanto tienen dinero para mandar a sus hijos a esas escuelas donde adquieren
conocidos o vivir en esa colonia donde
van a ser más conocidos, desde luego, los que no tienen acceso a esos niveles
de corrupción van a quedar marginados.
Millones de personas pobres
en México no tienen acceso a prácticamente ninguna oportunidad de superación
económica. A menos que arriesguen la vida migrando a los Estados Unidos o que,
siguiendo el ejemplo de los grandes corruptos que ostentan su riqueza ilícita
en las revistas de sociales, se olviden de los escrúpulos y tomen el dinero de
donde venga. Tampoco reciben una educación o servicios de salud de calidad.
¿Por qué? Porque no pertenecen a ninguna de las familias “importantes” y porque
los rasgos indígenas son una especie de anti-pasaporte social. Si eres
“güerito” en cambio, tienes conocidos y sabes hacer negocios con el dinero
público, aunque no leas ni sepas de la historia
de tu país, ni te importe, ¡puedes llegar a ser hasta Presidente !
Cito aquí un fragmento del libro mencionado para que se les antoje leerlo:
Mirreynato
sin límites
Cuando interactúan en el
espacio público, el ser humano se enfrenta a tres tipos distintos de
restricciones: las que su propia conciencia impone, las que la sociedad
instruye y a las que el Estado obliga. Cabe afirmar que en el presente mexicano
esos tres límites se han erosionado. Las
instituciones que organizan el poder en el Mirreynato son instrumentos
privilegiados del más fuerte, se han
convertido en el arma arrojadiza que lanzan unos para agredir a los otros, los
órganos responsable de la seguridad, la producción y la administración de
justicia son la “plaza” el territorio en disputa entre los poderes facticos legales e ilegales, la pistola con que se
disparan facciones que quieren para si el monopolio extraviado de la fuerza.
Junto con el debilitamiento
de las instituciones del Estado se vive la flaqueza de las restricciones
sociales. No hay en México quien retire el saludo a una persona corrupta si es
capaz de ostentar dinero y poder, no importa que el personaje represente las
peores formas de impunidad y corrupción nacional, sí tiene poder y dinero las
revistas de sociales se pelearan por
publicar fotos suyas en bata o traje de baño, el presidente de la república
acudía a su boda fastosa en los acabos y
cabe tener que un día se siente en el gabinete presidencial.
Es cierto que las redes
sociales pueden servir de contrapeso frente a hechos de impunidad, están los
casos de las ladies de Polanco, la Lady
Profeco, el expediente Imaz-Saade o la
viralización de los videos que recogen los testimonios relativos al incendio de
la guardería ABC. Puede afirmarse que sin las redes sociales como instrumentos
de defensa, la impunidad en México sería todavía peor. No obstante son
utilizados solo como alimento de indignación, hoguera virtual orquestada por
una inquisición que castiga en el terreno de la reputación y la falta pública,
pero que pocas veces logra convertirse en sanción legal del Estado.
En el tercer nivel, el que se refiere a lo
personal, las cosas no están mejor. Si el ser humano no necesita rendir cuentas
a la autoridad y tampoco lo hace ante sus pares probablemente los mecanismos
internos que producen vergüenza, los que gobiernan la ética personal y los valores que se
utilizan para ponderar la realidad,
igualmente se hallaran erosionados. No es justo aquí generalizar y, sin embargo
sería un error suponer que ante el fracaso de las restricciones y los límites
públicos, sobreviva la ética personal, como en un ecosistema, los vicios
públicos influyen en las virtudes privadas de quien convive en una misma época
comunidad y lugar.
La ausencia de estas tres restricciones
–personales, sociales y jurídicas –define al régimen Mirreynal. Una época en
efecto, donde predomina la arbitrariedad de las consecuencias y la selectividad
de los castigos. No será de otra manera mientras la corrupción pueda hacer tanto
en contra de tantos.
En el libro Ricardo Raphael da datos
durísimos, duele leerlos. Somos
un país profundamente discriminador, que privilegia la herencia y las
relaciones sociales por encima del esfuerzo.
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